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domingo, 10 de febrero de 2013
Remedios caseros para las manchas en la cara
El problema con las manchas de la cara suele ser su origen, que puede ser realmente muy diverso: desde problemas de pigmentación, pasando por inconvenientes hepáticos, hasta una cuestión ocasional.
Lo ideal es que consultes a un dermatólogo para poder saber qué es lo que está detrás de tus manchas. De todas formas, estos remedios caseros suelen ser muy empleados para combatirlas.
Aunque las recetas caseras con ingredientes naturales no actúan con la misma rapidez y eficacia que un tratamiento con cremas faciales industriales, vale la pena experimentar con algunas de las muchas recetas caseras para quitar las manchas en la cara. Con paciencia y perseverancia veremos los resultados después de uno a tres meses.
Desde ya, el aloe vera o sábila suele ser uno de los ingredientes que más aparecen dentro de los remedios para las manchas de la cara. Su efecto sobre la piel es muy bueno y puede emplearse, por ejemplo, en una mascarilla con limón.
Justamente, el limón suele ser una de las plantas más efectivas para las manchas de la cara. Además de emplearlo directamente sobre las zonas afectadas, puedes emplearlo en una mascarilla con avena (otro gran ingrediente para esta clase de problemas).
Esta mascarilla de pepino, por su parte, puede llegar a ser otra de las buenas alternativas contra las manchas de la piel del rostro.
El agua oxigenada tiene un gran poder blanqueador y quitamanchas. Para esto mojamos un pequeño trozo de algodón en agua oxigenada y tocamos apenas una o dos veces la mancha, mojándola levemente. Si hacemos esto todas las noches antes de acostarnos, dependiendo de lo oscuro que sea la mancha, veremos resultados después de una o dos semanas.
Se puede preparar una crema blanqueadora casera mezclando dos cucharaditas de leche en polvo, unas 20 gotas de agua oxigenada y sólo 2 gotas de glicerina. Se debe formar una especie de pasta cremosa que aplicamos una vez por día en la zona que se quiera blanquear.
Otra se prepara mezclando una cucharada de zumo de limón, una de vinagre de manzana y una de agua. Aplicar por las noches. Se debe tener especial cuidado con todas las cremas y lociones para la piel que contengan limón o vinagre. Estos ingredientes son fotosensibles y pueden ser nocivos para la piel si la exponemos a la luz solar. Es por eso que siempre se indica la aplicación por las noches.
Remedio casero compuesto por avena y limón.
Ambos ingredientes pueden tener una gran acción sobre la piel, así que no debería llamar la atención que este truco dé buenos resultados.
Ingredientes:
Una cucharada de avena arrollada molida
Algunas gotas de zumo de limón
Preparación:
Mezcla ambos ingredientes hasta que se integren perfectamente. Luego no tendrás más que aplicar este remedio casero para las manchas de la cara en la zona afectada.
Es conveniente hacerlo con el cutis bien limpio, masajeando bien la zona afectada y dejando actuar esta mezcla durante 5 o más minutos (cuanto más, mejor). Se recomienda enjuagar con agua tibia, repetir el tratamiento dos veces a la semana y, al finalizar cada aplicación, utilizar una crema con alto contenido de vitamina E.
Licuado contra la anemia
DE PALTA O AGUACATE.
1 vaso de leche de almendra
La pulpa de 2 aguacates pequeños maduro
2 manzanas
2 cucharadas de miel
Preparación
Después de quitar las semillas y pelar la manzana, mezcle todos los ingredientes en una batidora hasta que tenga una mezcla homogénea
Si desea cambiar el sabor puede agregar otra fruta o puede cambiar la leche de almendra por otro tipo de leche
Sírvalo bien frio.
El aguacate es rico en vitaminas del grupo B, que son necesarias para el buen funcionamiento del sistema nervioso; y de vitamina E (100 gramos proporcionan el 25% de las necesidades diarias de esta sustancia), y, por esa razón, destaca por su acción antioxidante.
Debido a su poder antioxidante, resulta anticancerígeno. Según una investigación reciente de la Universidad de Ohio (EE. UU.), los nutrientes de los aguacates pueden prevenir el riesgo de cáncer oral y no se descarta que tengan también una incidencia favorable en otros tipos de tumores.
Igualmente, se considera una fruta diurética, ya que es una buena fuente de potasio y el magnesio, y en cambio es pobre en sodio, por lo que tiene un efecto diurético que lo hace recomendable en casos de padecer retención de líquidos o hipertensión.
Muchas personas evitan su consumo, ya que consideran que engorda. Sin embargo, resulta conveniente aclarar que aunque el aguacate es rico en grasas (16,7 por cada 100 g) y que, por tanto, su valor calórico es elevado con respecto a otras frutas (165 calorías por 100 gramos), las grasas que contiene son mayoritariamente monoinsaturadas -en el mismo porcentaje que el aceite de oliva-, lo que quiere decir que ayuda a prevenir dolencias cardiovasculares y a reducir el colesterol.
Igualmente el aguacate, debido a su alto valor combate el cansancio y la fatiga al ser altamente energético.
Por tal razón, se recomienda su consumo en jugos y licuados dónde la cantidad no es excesiva brindando grandes beneficios a la salud.
POR QUÉ NOS ENFERMAMOS
ESCUCHA TU CUERPO - LA DIGESTION. Por medio de la digestión, procesamos elementos materiales de este mundo. La digestión abarca:
1. Captación del mundo exterior en forma de elementos materiales.
2. Diferenciación entre lo asimilable y lo no asimilable.
3. Asimilación de las sustancias asimilables.
4. Expulsión de lo no digerible.
El que tiene hambre de cariño y no puede saciarla, manifiesta este afán en el aspecto corporal en forma de hambre de golosinas. El hambre de golosinas siempre expresa un hambre de cariño no saciada. Queda patente el doble significado que se atribuye a lo dulce: cuando vemos una chica guapa decimos que es un bombón y que está para comérsela. El amor y lo dulce tienen una estrecha relación. El deseo de golosinas en los niños es claro indicio de que no se sienten lo bastante amados. Los padres suelen protestar de semejante imputación diciendo que ellos «harían cualquier cosa por su hijo». Pero «hacer cualquier cosa» no es forzosamente lo mismo que «amar». El que come caramelos anhela amor y seguridad. Es más fiable esta regla que la valoración de la propia capacidad de amar. También hay padres que atiborran de golosinas a sus hijos, con lo que indican que no están dispuestos a ofrecer amor a sus hijos, por lo que tratan de compensarles de otro modo.
Las personas que realizan un trabajo intelectual y tienen que pensar mucho, muestran preferencia por los alimentos salados y los platos fuertes. Los muy conservadores, tienen predilección por los alimentos en conserva, especialmente los ahumados y el té cargado que beben sin azúcar (en general, son alimentos ricos en ácido tánico). Los que gustan de comidas picantes denotan deseo de nuevas emociones, son personas amantes de los desafíos, a pesar de que pueden ser indigestos, diametralmente opuestas a las que sólo comen cosas suaves: nada de sal ni especias. Estas personas rehúyen todo lo que sea novedad. Se desentienden de los retos y temen todo enfrentamiento. Este temor puede acentuarse hasta hacerles adoptar un régimen a base de papillas, como el del enfermo del estómago.
Las papillas son comidas de bebé, lo que indica claramente que el enfermo del estómago ha experimentado una regresión hasta la indiferenciación de la infancia, en la que no se puede elegir ni cortar y hay que renunciar hasta a morder y masticar (actividades estas en exceso agresivas) la comida. Este individuo evita tragar alimentos sólidos.
Un temor exagerado a las espinas simboliza el miedo a las agresiones. La preocupación por los huesos, miedo a los problemas, no se quiere llegar al meollo de la cuestión. Pero también existe el grupo contrario: los macrobióticos. Estas personas van en busca de problemas, prefieren alimentos para hincar el diente. Quieren desentrañar las cosas y prefieren los alimentos duros. Llegan hasta evitar los aspectos placenteros: a la hora del postre, eligen algo duro de roer.
Los macrobióticos denotan así cierto miedo al amor y la ternura y su incapacidad para aceptar el amor. Algunas personas llevan a tal extremo su afán de huir de los conflictos, que acaban teniendo que ser alimentadas por vía intravenosa en una unidad de cuidados intensivos. Ésta es sin duda la forma más segura de vegetar sin tener que molestarse.
Los dientes.
Los alimentos entran por la boca y en ella son triturados por los dientes. Con los dientes mordemos y masticamos. Morder es un acto muy agresivo, expresión de la capacidad de agarrar, sujetar y atacar. El perro enseña los dientes para demostrar su peligrosa agresividad; también nosotros decimos que vamos a «enseñar los dientes» a alguien cuando estamos decididos a defendernos. Una mala dentadura es indicio de que una persona tiene dificultad para manifestar su agresividad.
Hay personas que hacen rechinar los dientes mientras duermen, algunas con tanta fuerza que hay que ponerles un aparato en la boca para que no se los desgasten de tanto rechinar. El simbolismo está claro. El rechinar de dientes es sinónimo reconocido de agresividad impotente. El que durante el día no puede ceder al deseo de morder, tiene que rechinar los dientes por la noche hasta desgastarlos. Las encías son la base de los dientes, su lecho. Las encías representan también la base de la vitalidad y agresividad, confianza y seguridad en sí mismo. Pero las encías sensibles que sangran con facilidad no sirven para ello. La sangre es símbolo de vida, y la encía sangrante nos indica cómo, a la menor contrariedad, se le va la vida a la confianza y a la seguridad en sí mismo.
Tragar
Una vez triturados los alimentos con los dientes, los ensalivamos y los tragamos. Con el acto de tragar integramos, admitimos: tragar es incorporar. Mientras tenemos algo en la boca podemos escupirlo. Una vez lo hemos tragado, el proceso es difícilmente reversible. Los trozos grandes son difíciles y hasta imposibles de tragar. A veces, en la vida uno tiene que tragar algo contra su voluntad, por ejemplo, un despido. Hay malas noticias que son difíciles de tragar. Precisamente en estos casos, un poco de líquido puede facilitar la operación, especialmente si se trata de un buen trago. Del alcohólico se dice que traga mucho. Por lo general, el trago alcohólico sirve para facilitar o incluso, sustituir otros tragos. Se traga alcohol porque en la vida hay otras cosas que uno no puede ni quiere tragar. Así, el alcohólico sustituye la comida por la bebida (beber mucho provoca pérdida del apetito), sustituye el trago duro y sólido por el suave y líquido, el trago de la botella.
Hay numerosos trastornos de la deglución, por ejemplo, el nudo en la garganta, o unas anginas, que producen la sensación de no poder tragar. En estos casos, el afectado debe preguntarse: ¿Qué hay actualmente en mi vida que yo no pueda o no quiera tragar? Entre estos trastornos figura el de la «aerofagia», afección que impulsa a tragar aire. Huelgan más explicaciones para descubrir lo que ocurre en estos casos. Hay algo que uno no quiere tragar, no quiere asimilar, pero disimula tragando aire. Esta resistencia encubierta contra la deglución se manifiesta después con eructos y ventosidades.
Náuseas y vómitos
Una vez hemos tragado el alimento, éste puede resultar indigesto, como si tuviéramos una piedra en el estómago. Ahora bien, la piedra, al igual que el hueso de la fruta, es símbolo de problema. Todos sabemos cómo puede bloquearnos el estómago y quitarnos el apetito un problema. El apetito depende en gran medida de la situación psíquica. Hay multitud de expresiones que señalan esta analogía entre los procesos psíquicos y somáticos: Eso me ha quitado el apetito, o: Sólo de pensarlo me da mareo. O también: Nada más verlo se me revuelve el estómago. El mareo señala rechazo de algo que, por lo tanto, se nos sienta en la boca del estómago. También comer desordenada y atropelladamente puede producir mareo. La náusea culmina en el vómito del alimento. El individuo se libra de las cosas e impresiones que rechaza, que no quiere asimilar. El vómito es una expresión categórica de defensa y repudio.
Vomitar es «no aceptar». Esta relación se expresa claramente en los vómitos del embarazo. Aquí se expresa el rechazo inconsciente de la criatura o del semen que la mujer no quiere «incorporar». Siguiendo el razonamiento, los vómitos del embarazo también pueden expresar un rechazo de la función femenina (la maternidad).
El estómago
El lugar al que a continuación llega el alimento (no vomitado) es el estómago, cuya primera función es la de servir de recipiente. Él recibe todas las impresiones que vienen del exterior, lo que hay que digerir. La capacidad de recibir exige apertura, pasividad y capacidad de entrega. En virtud de estas propiedades, el estómago representa el polo femenino. Mientras que el principio masculino está caracterizado por la facultad de irradiar y por la actividad (elemento fuego), el principio femenino engloba la capacidad de aceptación, la abnegación, la sensibilidad y la facultad de recibir y guardar (elemento agua).
Lo que representa el elemento femenino en el terreno psíquico es la sensibilidad, el mundo de la percepción. Si un individuo reprime en la mente la capacidad de sentir, esta función pasa al cuerpo, y el estómago, además de los alimentos, tiene que admitir y digerir los sentimientos. En este caso, no es que el amor pase por el estómago sino que sentimos un peso en el estómago que más tarde o más temprano se manifestará como adiposidad. Además de la facultad de recibir, en el estómago hallamos otra función, correspondiente ésta al polo masculino: producción de ácidos.
El estómago reacciona produciendo un ácido agresivo con el que pretende modificar y digerir unos sentimientos no materiales, empresa difícil y molesta que nos recuerda que no es conveniente tragarse el mal humor ni obligar al estómago a digerirlo. El ácido jugo gástrico aumenta porque quiere imponerse, pero esto acarrea problemas al enfermo del estómago, que carece de la capacidad de enfrentarse conscientemente con su mal humor y su agresividad, para resolver de modo responsable conflictos y problemas. El enfermo del estómago o no exterioriza su agresividad (se la traga) o demuestra una agresividad exagerada, pero ni un extremo ni el otro le ayudan a resolver el problema realmente, ya que carece de confianza y seguridad en sí mismo, sentimiento indispensable para que el individuo resuelva su problema, carencia a la que aludimos al tratar del tema Dientes–Encías.
El enfermo del estómago es una persona que rehúye conflictos. Inconscientemente, añora la plácida niñez. Su estómago pide papilla, se alimenta de cosas que han sido tamizadas por el pasapurés y que, por lo tanto, han demostrado ser inofensivas, puede haber grumos o sea que sus problemas se han quedado en el tamiz. El enfermo del estómago no tolera los alimentos crudos, por bastos, primitivos y peligrosos. Antes de que él se atreva con los alimentos, éstos tienen que ser sometidos al agresivo proceso de la cocción. El pan integral es indigesto, porque aún contiene muchos problemas. Todos los alimentos sabrosos, el alcohol, el café, la nicotina y los dulces representan un estímulo excesivo para el enfermo del estómago. La vida y la comida tienen que estar exentas de desafíos. El ácido gástrico produce una sensación de opresión que impide registrar nuevas impresiones.
La ingestión de medicamentos antiácidos suele provocar eructos, con el consiguiente alivio, ya que eructar es una manifestación agresiva hacia el exterior. Con esto uno ha hecho disminuir un poco la presión. La terapia que suele aplicar la medicina académica (por ejemplo, «Valium») refleja la misma relación: el medicamento interrumpe químicamente la unión entre la mente y el sistema vegetativo.
La actitud básica de proyectar los sentimientos y la agresividad no hacia fuera sino hacia dentro, contra uno mismo provoca finalmente la úlcera de estómago. La úlcera es una llaga que se forma en la pared del estómago. El enfermo de úlcera, en lugar de digerir las impresiones del exterior, digiere el propio estómago. El enfermo de estómago tiene que aprender a tomar conciencia de sus sentimientos, afrontar conscientemente los conflictos y digerir conscientemente las impresiones. Además, el paciente de úlcera debe admitir y reconocer sus deseos de dependencia infantil, de la protección materna y el afán de ser querido y mimado, incluso y precisamente cuando estos deseos estén bien disimulados tras una fachada de independencia, autoridad y aplomo. También aquí el estómago revela la verdad.
Los ácidos atacan, corroen, descomponen: son inequívocamente agresivos. Una persona que sufre un disgusto dirá: Estoy amargado. Si la persona no consigue vencer este furor conscientemente o transmutarlo en agresión y se traga el mal humor, o traga bilis, su agresividad y su amargura se somatizan en ácidos estomacales, en trastornos estomacales y digestivos sería relevante hacerse las preguntas siguientes:
1. ¿Qué es lo que no puedo o no quiero tragar?
2. ¿Me consumo interiormente?
3. ¿Cómo llevo mis sentimientos?
4. ¿Qué me amarga?
5. ¿Cómo llevo mi agresividad?
6. ¿En qué medida huyo de los conflictos?
7. ¿Hay en mí una añoranza reprimida de un paraíso infantil sin conflictos en el que se me quería y mimaba sin que yo tuviera que abrirme paso a mordiscos?
Intestino delgado e intestino grueso
En el intestino delgado se produce la digestión propiamente dicha, mediante división en componentes (análisis) y asimilación. Llama la atención el parecido existente entre el intestino delgado y el cerebro. Ambos tienen una misión similar: el cerebro digiere las impresiones en el plano mental y el intestino digiere las sustancias materiales. Las afecciones del intestino delgado suscitan la pregunta de si el individuo no estará analizando demasiado, ya que la función característica del intestino delgado es el análisis, la división, el detalle.
Las personas con afecciones del intestino delgado suelen tender a un exceso de análisis y crítica, de todo tienen algo que decir. El intestino delgado es también un buen indicador de las angustias vitales; en el intestino delgado el alimento es valorado y «aprovechado». En el fondo de la preocupación por la valoración está la angustia vital, angustia de no recibir lo suficiente y morir de hambre. Más raramente, los problemas del intestino delgado pueden denotar también lo contrario: falta de capacidad de crítica. Éste es el caso de las llamadas [Fettstuhlen] de la insuficiencia pancreática.
Uno de los síntomas que con más frecuencia se dan en la zona del intestino delgado es la diarrea. Nosotros decimos - Ése de miedo se lo hace en los pantalones - Tener diarrea significa tener miedo. En la diarrea tenemos la indicación de una problemática de angustia. El que tiene miedo, no se entretiene en estudiar analíticamente a las emociones, sino que las suelta sin digerirlas. No hay más remedio. Uno se retira a un lugar tranquilo y solitario donde puede dejar que las cosas sigan su curso. Con ello se pierde mucho líquido, ese líquido símbolo de la flexibilidad que sería necesaria para ampliar la angustiosa frontera del Yo y con ello vencer el miedo. El miedo siempre está asociado con lo estrecho y con el afán de aferrarse. La terapia del miedo consiste siempre en: soltarse y expandirse, adquirir flexibilidad, observar los acontecimientos: ¡dejarlo correr! El tratamiento de la diarrea suele limitarse a administrar al enfermo gran cantidad de líquidos. Con ello recibe simbólicamente esa fluidez que necesita para ampliar sus horizontes, en los que experimenta el miedo. La diarrea, ya sea crónica o aguda, nos indica siempre que tenemos miedo y que tratamos de aferrarnos y nos enseña a soltar y dejar correr. En el intestino grueso, la digestión ya ha terminado. Aquí lo único que se hace es extraer el agua del resto de los alimentos indigestibles. La afección más generalizada que se produce en esta zona es el estreñimiento, modelo genuino de resistencia: retención-tensión y obstinación-deseo de venganza.
Desde Groddeck, el psicoanálisis interpreta la defecación como un acto de dar y regalar. Para darnos cuenta de que simbólicamente la deposición tiene algo que ver con el dinero basta recordar una expresión común en Alemania de Geld–schieser (defeca–dinero) y el cuento del asno de oro que, en lugar de estiércol, defecaba monedas de oro. Popularmente también se asocia el pisar deposiciones de perro con la perspectiva de recibir una suma de dinero. Estas indicaciones deben bastar para poner de manifiesto, sin recurrir a complicadas teorías, la relación simbólica existente entre excremento y dinero o entre defecar y dar.
Estreñimiento
Es expresión de la resistencia a dar, del afán e retener y está relacionado con la problemática de la avaricia. En nuestra época el estreñimiento es un síntoma muy extendido que padece la mayor parte de la gente. Indica claramente un exagerado afán de aferrarse a lo material (avaricia) y la incapacidad de ceder. Pero al intestino grueso corresponde otro importante significado simbólico. Si el intestino delgado se relaciona con el pensamiento analítico consciente, el intestino grueso corresponde al inconsciente, en el sentido literal, al «submundo». El inconsciente es, desde el punto de vista mitológico, el reino de los muertos. El intestino grueso es también un reino de los muertos, ya que en él se encuentran las sustancias que no pueden ser convertidas en vida, es el lugar en el que puede producirse la fermentación. La fermentación es también un proceso de putrefacción y muerte. Si el intestino grueso simboliza el inconsciente, el lado nocturno del cuerpo, el excremento representa el contenido del inconsciente.
Y ahora reconocemos claramente el otro significado del estreñimiento: es el miedo a dejar salir a la luz el contenido del inconsciente. Es la tentativa de retener fondos reprimidos. Las impresiones espirituales se acumulan y uno no consigue distanciarse de ellas. El paciente estreñido, literalmente, no puede dejar nada tras sí.
El estreñimiento nos indica que tenemos dificultades para dar y soltar, que queremos retener tanto las cosas materiales como el contenido del inconsciente y no queremos que nada, salga a la luz. Se llama colitis ulcerosa a una inflamación del intestino grueso que se manifiesta en forma aguda y tiende a hacerse crónica y produce dolores y frecuentes deposiciones de mucosidades sanguinolentas. También aquí la voz popular demuestra sus grandes conocimientos psicosomáticos: en alemán se llama vulgarmente Schleimscheisser o Schleimer, es decir, «defecación con moco», al individuo hipócrita, obsequioso y adulador capaz de todo por congraciarse, incluso de sacrificar su personalidad, de renunciar a su vida propia a fin de vivir la vida de otro en una especie de unidad simbiótica. La sangre y la mucosidad son sustancias vitales, símbolos de la vida. (Los mitos de numerosos pueblos primitivos cuentan que la vida surgió del lodo o del murciélago.) Sangre y moco pierde el que teme asumir su propia vida y su propia personalidad. Vivir la propia vida, empero, exige distanciarse del otro, lo cual provoca cierta soledad (pérdida de la simbiosis). De esto tiene miedo el que padece colitis. De miedo suda sangre y agua por el intestino. Por el intestino (= el inconsciente) ofrece en sacrificio los símbolos de su propia vida: sangre y moco. Sólo puede ayudarle reconocer que cada cual ha de vivir su propia vida de forma responsable, porque, si no, la pierde.
El páncreas
El páncreas forma parte del aparato digestivo y tiene dos funciones principales: la exocrina, que consiste en la producción de los jugos gástricos esenciales, de carácter eminentemente agresivo, y la endocrina. Mediante la función endocrina, el páncreas produce la insulina. El déficit de producción de estas células da lugar a una afección muy frecuente: la diabetes (azúcar en la sangre).
El diabético
Por falta de insulina, no puede asimilar el azúcar contenido en los alimentos; el azúcar escapa de su cuerpo con la orina. Sólo sustituyendo la palabra azúcar por la palabra amor habremos expuesto con claridad el problema del diabético. Las cosas dulces no son sino sucedáneo de otras dulzuras. Detrás del deseo del diabético de saborear cosas dulces y su incapacidad para asimilar el azúcar y almacenarlo en las propias células está el afán no reconocido de la realización amorosa, unido a la incapacidad de aceptar el amor, de abrirse a él. El diabético —y esto es significativo— tiene que alimentarse de «sucedáneos»: sucedáneos para satisfacer unos deseos auténticos. La diabetes produce la hiperacidulación o avinagra-miento de todo el cuerpo y puede provocar incluso un coma. Ya conocemos estos ácidos, símbolo de la agresividad.
Una y otra vez, nos encontramos con esta polaridad de amor y agresividad, de azúcar y ácido (en mitología: Venus y Marte). El cuerpo nos enseña, EL QUE NO AMA SE AGRIA… o formulado más claramente… EL QUE NO SABE DISFRUTAR SE HACE INSOPORTABLE… SOLO PUEDE RECIBIR AMOR EL QUE ES CAPAZ DE DARLO... El diabético da amor sólo en forma de azúcar en la orina. El que no se deja impregnar no retiene el azúcar. El diabético quiere amor (cosas dulces), pero no se atreve a buscarlo activamente «A mí lo dulce no me conviene». Pero lo desea «Qué más quisiera, pero no puedo». No puede recibir, puesto que no aprendió a dar, y por lo tanto no retiene el amor en el cuerpo: no asimila el azúcar y tiene que expulsarlo. ¡¡Cualquiera se amarga!! ¿No es cierto?
Artículo del libro: “La enfermedad como Camino” de: Thorwald Dethlefen y Rudiger Dahlke.
LOS BENEFICIOS DE LOS AROMAS
Albahaca: Colabora con la disminución de la tensión nerviosa, fatiga mental y depresión.
Bergamota: Calmante y refrescante. Es efectivo para tratar ansiedades y depresiones.
Canela: Poderoso purificador de ambientes.
Enebro: De propiedades antisépticas. Purifica el aire.
Eucalipto: Poderoso estimulante inmunológico. Refresca y desinfecta los ambientes.
Geranio: Calma y equilibra el sistema nervioso, puede ser de gran ayuda para la irritabilidad y cambios súbitos de humor. Jazmín: Exótico y profundamente sensual. Provoca un sentimiento de optimismo y bienestar. Considerado afrodisíaco y poderoso estimulante femenino.
Lavanda: Relajante y de poderosa acción antiséptica, efectiva para alejar insectos. Calma el sistema nervioso, alivia dolores de cabeza, estrés y dolores musculares.
Limón: Purificador, refrescante y revitalizante. Poderoso estimulante del sistema inmunológico. Ayuda en el trabajo y en el estudio, refrescando los ambientes.
Manzanilla: Calmante y sedante. Ayuda a aliviar la tensión premenstrual y muscular.
Menta: Aumenta la concentración y reduce el cansancio. Alivia trastornos estomacales o náuseas.
Naranja: Antiséptico y tonificante. Ayuda en la eliminación de excesos de fluidos y toxinas.
Patchoulí: Balancea desequilibrios emocionales. De propiedades afrodisíacas.
Pino: De propiedades refrescantes y revitalizantes.
Rosa: Ayuda a aliviar la tensión premenstrual y problemas emocionales.
Romero: Gran purificador. Alivia el dolor muscular y la artritis. Estimula la circulación y la eliminación de toxinas.
Sándalo: Poderoso estimulante para relajar la mente y atraer dinero.
Violeta: De propiedades relajantes y estabilizador anímico.
Ylan Ylang: Relajante. Ayuda en la depresión, ansiedad y estrés emocional. De propiedades afrodisíacas.
REFLEXIÓN DEL DÍA
LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA: “Evalúa las situaciones, escucha a las personas y pregunta, de esta manera tendrás los elementos necesarios para formar un juicio correcto y dar una acertada opinión. Antes de criticar a las personas en cualquier aspecto, examínate con el mismo rigor y criterio, no sea que tengas los mismos defectos. Recuerda que para ayudar a los demás, tú debes ser el primero en mejorar. Haz el propósito de descubrir lo bueno que tienen las personas, las instituciones y las circunstancias. Si no tienes algo positivo que decir, lo mejor es callar. Examina tus intenciones, sentimientos y estado de ánimo antes de pronunciar palabra. Aprende a informarte con profundidad y acostúmbrate a hablar de los hechos, evitando hacer interpretaciones y suposiciones superfluas. Acepta con madurez todo tipo de críticas y comentarios respecto a tu persona y modo de trabajar, centrando tu atención en la oportunidad de mejorar. Cualquier crítica debe formularse responsablemente a través de la reflexión, considerando las implicaciones que podría tener. El respeto que debemos a las personas se manifiesta protegiendo su buen nombre y reputación, además de procurar su mejora individual. De esta manera actuamos con justicia y todo nuestro actuar se convierte en actitud de servicio e interés para el prójimo”…
(encuentra.com)