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lunes, 23 de diciembre de 2013
Agua enzimática: Reponiendo enzimas
Esta bebida, que algunos conocen como rejuvelac (término francés que alude a su propiedad rejuvenecedora) es clave en el contexto de una alimentación vitalizante. El agua enzimática es muy sencilla de hacer, pero tremendamente benéfica para la digestión y la salud. Se obtiene del remojo de semillas germinadas, lo cual estimula un enriquecedor
proceso fermentativo. Aporta un nivel muy alto de enzimas y bacterias benignas, necesarias para tener un colon saludable. Es rica en proteínas, carbohidratos, dextrinas, fosfatos, lactobacilos, vitaminas B, C y E.
Hay varias formas de preparar esta agua enzimática. Originalmente se utilizaban granos o brotes de trigo. Luego se fueron usando otros granos, como centeno, cebada o mijo. También es recomendable el uso de germinados de fenogreco, lenteja, quínoa o amaranto; siendo recomendados por el Dr. David Jubb los dos primeros como antianémicos, por su capacidad para fijar hierro y mejorar el equilibrio intestinal.
En la preparación es muy importante asegurar la higiene de los recipientes y la calidad del agua. Dado que se parte se semillas germinadas durante 48 horas, debemos cuidar que hayan sido correctamente enjuagadas durante el brotado, a fin de evitar la presencia de hongos indeseables en la fermentación.
Para el cultivo, se colocan los brotes en un frasco de vidrio y se cubren con agua, en proporción de litro de agua por taza de germinados. Se tapa el frasco con tul y bandaelástica, manteniéndolo 48 horas a temperatura ambiente (20-22ºC). Si la temperatura es mayor (verano), se puede acortar el tiempo de maceración. Hay quienes prefieren moler los brotes antes de incorporar el agua, reduciendo así el tiempo de cultivo.
Luego del cultivo se trasvasa el líquido resultante a otro frasco, se le agrega jugo de medio limón y se lo guarda en heladera, pudiéndose consumir de inmediato. Los germinados remanentes en el frasco se pueden utilizar nuevamente, cuidando de no enjuagarlos y agregando sólo la mitad de agua usada en el cultivo inicial, a fin de obtener la misma calidad de agua enzimática. También se pueden consumir los brotes residuales, incorporados a otras preparaciones.
El agua enzimática debe ser turbia, ambarina, de sabor ligeramente ácido y algo carbonatado, con reminiscencias gustativas a levaduras y con algo de espuma en superficie. El exceso de fermentación la convierte en una bebida agria. La deficiencia en cambio puede darle sabor amargo.
Se puede conservar varios días en heladera (una semana), aunque por su sencillez, conviene hacer agua enzimática periódicamente. Se utiliza como bebida refrescante y vitalizante, sola o combinada; con kéfir de agua y jugo de frutas da lugar al exquisito trienzimas. También tiene importantes usos culinarios; se puede utilizar en la preparación de licuados y como ingrediente en el queso de semillas o la sopa energética.
Extraído del libro “Nutrición Depurativa” http://www.nutriciondepurativa.com.ar/
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