Era una lama cuya enseñanza enfatizaba la necesidad de percibir
el vacío. Instaba a sus novicios y monjes a que se vaciaran de todo
y percibieran el sustrato vacío de todos los fenómenos. Pero tanto
acento ponía en la necesidad de vaciarse, que un día varios monjes
se acercaron a él y le dijeron:
_Venerable lama, en absoluto cuestionamos tus enseñanzas, pero
por qué pones tanto énfasis en la doctrina del vacío ?
El lama sonrió y dijo:
_Al atardecer, los espero a todos aquí en el santuario con sus
vasos de agua.
El maestro dijo:
_Golpeen el vaso con cualquier objeto y háganlo sonar. Quiero
oír la música de sus vasos.
Así lo hicieron sus monjes, pero el sonido era muy pobre y
apagado.
El lama añadió:
_Ahora vacíen el vaso y vuelvan a hacerlo.
Los monjes arrojaron el agua de los vasos y comenzaron
a hacerlos sonar. Ahora el sonido era vivo.
El lama dijo:
_Vaso lleno no suena.
Los cinco monjes comprendieron la enseñanza y el lama
sonrió satisfecho.
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Vacíate de todos tus pensamientos, dudas, preocupaciones
y empezarás a escuchar tu voz interior.
Vacíate de tu ego y ya no podrás ser dañado ni herido por
nadie.
Vacíate de lo impermanente y te fundirás en lo único real,
en lo que tú eres.
cuento tibetano.
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