Cuando hablamos de salud física - prevención, vitalidad, expansión, equilibrio emocional, inteligencias múltiples y espiritualidad - requisitos esenciales para disfrutar al máximo nuestra condición humana, es necesario que nos demos cuenta de que, realmente, todo esto depende de la calidad de vida de nuestras células, lo que a su vez depende del equilibrio ácido-base de los fluidos que se encuentran dentro y fuera de las organizaciones celulares.
Eternamente joven
Después de lograr mantener perfectamente vivas durante 28 años las células del corazón de un embrión de pollo, el fisiólogo francés, ganador del Premio Nobel (fallecido en 1944) Dr. Alexis Carrel, nos dejó una buena demostración de esta posibilidad.
¿Cómo?
Conservando estas células en un medio líquido ligeramente alcalino.
Un excelente punto de partida, al adoptar hábitos alimenticios adecuados que proporcionen una apropiada alcalinización de los líquidos corporales, estaremos generando las condiciones que posibiliten un mejor estado de salud, favoreciendo la comunicación y longevidad celular.
Por el contrario, las actitudes mentales y los hábitos alimenticios que generan residuos ácidos y/o radicales libres, deben ser reconocidos y tratados como los verdaderos villanos que promueven el envejecimiento celular prematuro y que junto a los malos hábitos, desencadenan desarmonías metabólicas o enfermedades.
Un consenso médico generalizado reconoce que el ambiente ácido provee condiciones propicias para que las enfermedades se desarrollen debido a que en este medio se observa una clara depresión de la respuesta inmune.
Un organismo que mantiene sus fluidos corporales en un rango ácido de pH (especialmente la sangre), situación más frecuente en nuestra sociedad, manifestará señales de abatimiento celular y por ende reducción de la vida y aumento de la vulnerabilidad a las enfermedades.
La causa más común de esta situación metabólica es el consumo frecuente de alimentos que acidifican rápidamente el organismo, tales como el azúcar refinado y la harina blanca, carne y proteínas de origen animal, alimentos fritos, alimentos que contengan aditivos e industrializados, sobre-cocidos o congelados, bebidas gaseosas, etc. En suma, todo lo que conocemos como alimentos de naturaleza biocida (bio = vida + cida = matador), es decir, alimentos que matan la vida.
Estos alimentos son los principales agentes que aceleran el proceso de envejecimiento de las células, provocan baja productividad y vitalidad del organismo, promueven desequilibrios emocionales, dificultades digestivas y nutricionales y, en última instancia, abren la puerta a las enfermedades.
Mientras dure este círculo vicioso de acidificación, el cuerpo no será capaz de curarse o mantener una salud plena. En otras palabras, la salud o la curación completa sólo es posible que ocurra en un cuerpo desintoxicado y ligeramente alcalino.
¿Qué alimentos y actitudes alcalinizan la sangre?
Los modificadores más potentes del pH de nuestros fluidos corporales, que funcionan como herramientas de comunicación electroquímica y mantenedores de la salud celular, son las sales minerales, que además de sustentar nuestra estructura y la masa magra (sangre, huesos, músculos, tendones y dientes) alcanilizan (mineralizan) o acidifican, según sea la necesidad del organismo.
Las frutas frescas y secas, las semillas (en bruto y germinadas), raíces, legumbres y hortalizas - sobre todo orgánicas - cuando se comen crudas, por su alto contenido de minerales, enzimas digestivas, vitaminas, agua y fibras, son los alimentos más alcalinizantes que se encuentran a nuestra disposición.
El Limón
He aquí un hecho sobresaliente. El limón, aunque de sabor ácido, es un agente alcalinizante por excelencia. Su potencial de alcalinizar la sangre humana ocurre inmediatamente después de su ingestión. Apenas ingresa en el estómago se inicia inmediatamente la alcalinización de los fluidos corporales mediante los citratos (sales alcalinas) de calcio, magnesio, hierro y otros. Especialmente si se toma preparado en mezcla con frutas, raíces, hojas y semillas (germinadas), como es el caso de los jugos desintoxicantes.
Así pues, esta fruta tan barata y común, tiene el poder de cambiar radicalmente nuestra vida física, emocional, mental y espiritual. ¿Cómo? Alcalinizando y mineralizando rápidamente nuestro organismo.
El ácido cítrico del limón (5 a 7% en el jugo fresco), una vez ingresado en nuestro organismo se convierte en sus correspondientes citratos de sodio, calcio, magnesio y hierro que causan la alcalinización rápida del medio humoral neutralizando y tamponando estados patológicos ácidos.
Asimismo, estas sales ligeramente alcalinas, son consideradas excelentes substancias para combatir el aumento de la viscosidad de la sangre, además de ser importantes agentes desintoxicantes y coadyuvantes en la prevención de accidentes cardiovasculares.
Desde un punto de vista bioquímico, no debemos olvidar que el ácido cítrico es además sintetizado por nuestro organismo como un importante intermediario en el llamado ciclo del ácido cítrico - también conocido como el ciclo de los ácidos Tri-carboxílicos o ciclo de Krebs. Este ciclo, consiste en una serie de reacciones químicas -catalizadas por enzimas- que forman parte fundamental de la respiración celular de todas las células aeróbicas. El ciclo del ácido cítrico es parte de una ruta metabólica que realiza la conversión química de carbohidratos, grasas y proteínas en energía vital + dióxido de carbono y agua.
na advertencia en relación con el poder alcalinizante del limón: este efecto alcalinizante se multiplica y potencia cuando el limón es consumido en combinación con alimentos sanos como lo señalábamos más arriba. El mantenimiento de este cuadro benéfico depende de su consumo diario. Inversamente, la inclusión del limón junto a hábitos alimenticios perversos o vacíos de nutrientes, no proporcionará los beneficios esperados.
O en otras palabras, el limón se niega ser cómplice de malos hábitos alimenticios.
Otros agentes alcalinizantes
Las emociones, los sentimientos, la actividad mental y física también tienen el potencial para acidificar o alcalinizar partes del organismo en fracción de segundos.
Un organismo adecuadamente alcalinizado es capaz de sintonizar frecuencias, sentimientos y experiencias placenteras. El afecto, la compasión y la comprensión son estados típicos de un organismo metabólicamente armónico, sereno y en paz. Así, el estado meditativo o de oración, la experiencia del amor, del humor, de lo bello y positivo, de la verdad y de la alegría de estar vivo, pueden considerarse "alimentos" con gran potencial alcalinizante. La manifestación de estos estados emocionales alcanilizan a su vez la sangre. ¡Ya está! Hemos instalado un círculo virtuoso.
Mientras más alcalinizante sea la alimentación, estaremos aumentando nuestra predisposición para movilizar el cuerpo con actividades físicas creativas y placenteras, y viceversa.
Sin embargo, el estrés y la ansiedad tienden a acidificar la sangre, factor ciertamente negativo pues provoca más estrés. Un organismo ácido tiende a expresar emociones y reacciones "ácidas". La rabia, la envidia, la culpa, los celos, el exceso de juicios negativos y críticas, el ejercicio físico obsesivo, la competición, el calor excesivo, la deshidratación, etc.; también inducen a una rápida acidificación del organismo.
Por último: ¿Cuáles alimentos debemos evitar?
sí como el azúcar, también son acidificantes todas las grasas y aceites hidrogenados, los alimentos refinados, sintéticos y modificados con sustancias químicas. Cuidado con las margarinas o cualquier otro alimento que contenga grasas hidrogenadas comúnmente incorporadas en los productos alimenticios industrializados.
Todas las carnes y proteínas de origen animal son fuertes agentes acidificantes de la sangre ya que requieren que el organismo genere suficiente ácido para su difícil digestión.
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