LLAMAMOS así a la elección de cierto tipo de alimentos y unos modos característicos de prepararlos, aunque en el fondo sea toda una concepción del mundo y de la vida. Causa o consecuencia de esta concepción son las preferencias dietéticas y culinarias a las que nos referimos.
VEGETALES: A grandes rasgos, quienes elegimos el estilo de vida de Alimentos Vivos decidimos alimentarnos sólo y exclusivamente de la materia viva del reino vegetal (hojas verdes, frutas, hortalizas, semillas oleaginosas, semillas germinadas, algas...), sin recurrir al reino animal. Somos, pues, veganos.
EN SU ESTADO ORIGINAL: Por regla general, evitamos el uso de ingredientes procesados y nos encargamos personalmente de cualquier elaboración con nuestras propias manos. Así, salvo algún aceite de primera presión en frío y poco más, lo que entra en nuestra cocina tiene el mismo aspecto que recién salido de la tierra, de la huerta, o del mar (en el caso de las algas).
En mi caso, además, prefiero los vegetales ECOLÓGICOS, libres de las alteraciones y tóxicos de la agricultura convencional; LOCALES o DE PROXIMIDAD, es decir, que no hayan viajado mucho para llegar a nuestros platos, que hayan nacido y crecido en el mismo entorno en el que estamos, respirando el mismo aire y nutriéndose de la misma tierra que pisamos y el mismo Sol que nos alumbra; DE TEMPORADA, que hayan sido cultivados en la época propicia y hayan sido cosechados en el momento óptimo de su maduración, preferiblemente muy poco antes de que los consumamos.
¿CÓMO LOS COCINAMOS? Para conservar toda su vitalidad, potencia nutritiva y carga enzimática, evitamos someter a estos alimentos a temperaturas superiores a los 39ºC. Para elaborar nuestros platos, hacemos uso de técnicas que aportan:
a) diferentes texturas que pueden recordar a la comida cocinada, como la maceración (que ablanda los vegetales) y la deshidratación (que da lugar a sabores más concentrados y resultados crujientes) y
b) también utilizamos procedimientos que garantizan una mayor potencia nutritiva y vital, como la activación y germinación de semillas (que multiplica exponencialmente los nutrientes) y la fermentación (generadora de probióticos que favorecen la salud de la flora intestinal).
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