La meditación es el punto final de una etapa y el comienzo de otra. La etapa del despertar espiritual se da cuando nuestra alma nos empuja a buscar lo que no hemos encontrado a través de lo material: La felicidad, la paz y el amor.
Esta búsqueda nos abre a Los Ángeles, quienes nos mostrarán los pesados costales con lo
s cuales venimos cargando y nos enseñarán a limpiarlos con amor para poder liberarnos.
•El perdón es un plumero de luz que limpia el costal del pasado.
•El poder de elección nos llevará a renovar el costal de las falsas creencias.
•Nuestra conciencia divina abre el costal de la mente que entrega el ego y la mala intención para elevarse al amor.
•La verdad limpia nuestros anteojos y nos permite ver nuestras creaciones en el costal de la realidad.
•La oración en el costal del silencio, nos abre a la comunicación con Dios.
•Y la meditación abre el costal del merecimiento permitiéndonos escuchar la verdad, la que proviene de Dios y no del hombre.
Con esta maravillosa limpieza, termina una etapa en la cual reconocemos nuestro espíritu, nuestra guía y recibimos las herramientas básicas para empezar a transformar nuestras vidas.
Es entonces que comienza otra etapa en la cual a través de la meditación estaremos en conexión divina todo el tiempo. Porque la meditación no es para aquietarnos una hora y el resto del día dejarnos dominar por nuestras emociones, por el ego, el rencor, la mala intención o por el veneno que los demás nos transfieran.
Practica la oración diariamente hasta que se convierta en un hábito.
Al levantarte ofrece tu día:
“Buenos días Padre, entrego mi día a tus creaciones de luz, amor, felicidad, prosperidad, salud, energía, protección, belleza y armonía. Así sea.”
Meditar y Orar son dos cosas totalmente diferentes aunque igualmente importantes.
ORAR es hablar con Dios, MEDITAR es escucharlo
Meditar es permitir que los pensamientos pasen hasta que disminuyan su velocidad y nuestra atención se centre en nuestra respiración, en nuestros músculos, en el latido de nuestro corazón, en la vida que hay dentro de nuestro cuerpo.
Dentro de esa paz y quietud es que comenzaremos a abrir nuestro canal de comunicación con Dios porque no estaremos orando, estaremos de oyentes y poco a poco con paciencia y constancia, las respuestas comenzarán a fluir a través de la elevación de nuestra energía, de la armonía o progreso en el trabajo, de mejores relaciones familiares, o de formas más directas: Un anuncio, un libro, un amigo, un cartel, una canción, un programa de televisión.
Los Arcángeles nos guían y acompañan en todo momento, invoquémoslos constantemente, a ellos les encanta que les pidamos apoyo.
Así, día con día llega un momento en que la oración y la meditación van tan de la mano que se convierten en una charla con Dios.
Laura Gutiérrez
•El perdón es un plumero de luz que limpia el costal del pasado.
•El poder de elección nos llevará a renovar el costal de las falsas creencias.
•Nuestra conciencia divina abre el costal de la mente que entrega el ego y la mala intención para elevarse al amor.
•La verdad limpia nuestros anteojos y nos permite ver nuestras creaciones en el costal de la realidad.
•La oración en el costal del silencio, nos abre a la comunicación con Dios.
•Y la meditación abre el costal del merecimiento permitiéndonos escuchar la verdad, la que proviene de Dios y no del hombre.
Con esta maravillosa limpieza, termina una etapa en la cual reconocemos nuestro espíritu, nuestra guía y recibimos las herramientas básicas para empezar a transformar nuestras vidas.
Es entonces que comienza otra etapa en la cual a través de la meditación estaremos en conexión divina todo el tiempo. Porque la meditación no es para aquietarnos una hora y el resto del día dejarnos dominar por nuestras emociones, por el ego, el rencor, la mala intención o por el veneno que los demás nos transfieran.
Practica la oración diariamente hasta que se convierta en un hábito.
Al levantarte ofrece tu día:
“Buenos días Padre, entrego mi día a tus creaciones de luz, amor, felicidad, prosperidad, salud, energía, protección, belleza y armonía. Así sea.”
Meditar y Orar son dos cosas totalmente diferentes aunque igualmente importantes.
ORAR es hablar con Dios, MEDITAR es escucharlo
Meditar es permitir que los pensamientos pasen hasta que disminuyan su velocidad y nuestra atención se centre en nuestra respiración, en nuestros músculos, en el latido de nuestro corazón, en la vida que hay dentro de nuestro cuerpo.
Dentro de esa paz y quietud es que comenzaremos a abrir nuestro canal de comunicación con Dios porque no estaremos orando, estaremos de oyentes y poco a poco con paciencia y constancia, las respuestas comenzarán a fluir a través de la elevación de nuestra energía, de la armonía o progreso en el trabajo, de mejores relaciones familiares, o de formas más directas: Un anuncio, un libro, un amigo, un cartel, una canción, un programa de televisión.
Los Arcángeles nos guían y acompañan en todo momento, invoquémoslos constantemente, a ellos les encanta que les pidamos apoyo.
Así, día con día llega un momento en que la oración y la meditación van tan de la mano que se convierten en una charla con Dios.
Laura Gutiérrez
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