El estómago es la parte del tubo digestivo comprendida entre el esófago y el duodeno. Está situado en la porción superior de la cavidad abdominal, debajo del hígado y del diafragma, situado a la izquierda de la línea media, en el epigastrio y el hipocondrio izquierdo. Sin embargo, esta posición se modifica con frecuencia: por ejemplo desciende al inspirar y asciende al espirar.
Cómo saber si tengo una disfunción de estómago?
Se puede sospechar un problema funcional del estómago, cuando existe acidez, dolor de estómago, reflujo, tos seca durante la digestión y digestiones pesadas. Normalmente a la palpación resulta dolorosa.
El estómago produce dolor referido al aparato locomotor: dolor a la escápula izquierda y/o vértebras dorsales, al hombro izquierdo, zona del diafragma, miembro superior izquierdo(problemas de tendinopatía o artropatías). Estos dolores pueden ser continuos o agravarse por posiciones mantenidas o sobresolicitación del brazo izquierdo, pero también suelen tener un horario en relación con las comidas y puede despertar de madrugada.
Un alto porcentaje de cervicalgias y dolores de hombro (diagnosticados como tendinitis) encuentran una enorme mejoría tras un tratamiento visceral. Para entender el motivo intentaremos aclarar antes algunos conceptos.
La buena función de una víscera está ligada:
A su movilidad
A su vascularización (sangre que le llega a través de las arterias)
A su inervación neurovegetativa (la información nerviosa que recibe)
Las vísceras están rodeadas por unas envolturas serosas lubrificadas que le permiten poder deslizarse unas sobre otras, ya que en el abdomen no existen espacios vacíos. Todas las vísceras están en contacto entre sí. La movilidad de las vísceras está dirigida por la respiración costal, ya que las vísceras están unidas a las costillas y al diafragma mediante fascias y ligamentos. Además, cada víscera se mueve en función de sus propios movimientos peristálticos necesarios para poder realizar su propia función en el proceso de la digestión.
Una disfunción visceral que reduzca su capacidad de movimiento puede producirse por:
Disfunciones musculoesqueléticas: Las vísceras están suspendidas de estructuras óseas (vértebras y costillas) y musculares (diafragma), por lo que cualquier problema que afecte a alguna de estas estructuras puede afectar directamente a la movilidad visceral y dar lugar a sintomatología.
Fijaciones viscerales: Es muy frecuente que tras una inflamación, bien sea tras una alergia alimentaria o infección, o tras una intervención quirúrgica se creen adherencias entre las vísceras reduciéndose considerablemente su capacidad de movimiento.
Fijaciones ligamentarias: Normalmente ocurren como consecuencia a una ptosis visceral (colapso o desprendimiento total de un órgano).
Sea cual sea la causa, la reducción de la movilidad visceral va a provocar que esa víscera no funcione correctamente. Esto no significa que la víscera presente una patología y deje de funcionar, simplemente ese funcionamiento se ralentiza. En el caso del estómago, podemos notar que nuestras digestiones son muy lentas y pesadas, sensación de hinchazón constante, problemas de acidez, etc.
Por otra parte, las vísceras, al igual que cualquier estructura del cuerpo, están envueltas por fascias. Una fascia es una estructura de tejido conectivo que rodea los músculos, los grupos de músculos, vasos sanguíneos, los nervios, las vísceras, y todas las estructuras del organismo. Así mismo, existe una gran fascia que conecta todas estas estructuras citadas anteriormente, de tal forma que podemos imaginárnosla como un “traje de neopreno” que nos envuelve.
Si nos pusiéramos un traje de neopreno y cogiéramos un pellizco a nivel de la parte izquierda del abdomen (zona que correspondería al estómago), notaríamos que esa tensión repercute también a nivel cervical y del hombro. Esto mismo ocurre con la fascia. Esa tensión que se produce hace que los movimientos tanto de cuello como del hombro izquierdo se produzcan con una mayor dificultad. Esta tensión, mantenida a lo largo del tiempo, puede ser el origen de algunas patologías como tendinitis y otros problemas que afecten a la musculatura del hombro.
Por este motivo, de nada servirá un tratamiento localizado de la zona dolorosa si no tratamos la zona de origen del problema. Para ello, la osteopatía se sirve de técnicas manuales que tienen como objetivo movilizar las vísceras y eliminar las tensiones que se originan a este nivel “contaminando” otras estructuras a distancia. De esta forma, el tratamiento es más efectivo, más rápido, y con un efecto beneficioso más duradero para el paciente.
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