lunes, 6 de enero de 2014

EN LO EMOCIONAL. SANGRE, HEMORRAGIAS



 Una hemorragia es un derramamiento de sangre fuera de los vasos arteriales o venosos. Puede ser externa o interna, siendo más grave en este último caso.
En metafísica, la sangre representa el amor a la vida, y por lo tanto, la alegría de vivir. Cuando una persona pierde sangre, su cuerpo está manifestando que una determinada actitud interior bloquea su alegría de vivir en ese momento. Debido a que una hemorragia se produce en forma repentina y con más o menos violencia, se puede concluir que esta persona se ha reprimido desde hace algún tiempo. Por lo general, reprime mostrar su cansancio moral y su angustia.
Una vez que llega a su límite, cede repentinamente. Para saber en qué área de la vida desapareció la alegría de vivir, sólo hay que observar la parte del cuerpo afectada, es decir, para qué sirve dicha parte. Esta explicación se aplica a una HEMORRAGIA EXTERNA.
Si la hemorragia es INTERNA, indica que la persona sufre en silencio y que se empeña en que nadie sepa lo que siente. Vive su dolor en el aislamiento porque cree que no tiene a nadie en quien confiar o que pueda ayudarla.
La hemorragia te avisa que es el momento de revisar tu percepción de la vida en el área afectada. Te dice que tomas la vida demasiado en serio y que ha llegado la hora de realizar actividades que te diviertan y te den alegría, en lugar de depositar tu energía en aquello que la consume. También puedes aprender a poner alegría en las actividades que ahora tomas demasiado en serio. Sólo se trata de un cambio de percepción o de actitud interna. Si la hemorragia ocurre después de un accidente, véase también esta palabra.

Una hemorragia se caracteriza por una pérdida de sangre violenta y repentina. Esta efusión incontrolada de sangre se asocia generalmente con un trastorno o un traumatismo emocional. Son mis emociones demasiado largo tiempo retenidas, tales como la agresividad y la angustia, las que se vuelven incontrolables interiormente, y que brotan repentinamente. Puedo vivir acontecimientos que no suceden según mis esperanzas o según mis deseos. Al final de la resistencia, agotado moralmente, suelto y gran parte de la alegría de vivir deja repentinamente mi cuerpo. Siendo a la escucha de mi cuerpo, puedo reconocer un mensaje que me ayudará a vivir mejor en armonía. Aprendo a soltar y a expresar mis emociones más libremente. Sintiéndome más liberado, llevo mi atención sobre la alegría que hay en mí y alrededor de mí.

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