Uno de los mayores problemas al que nos enfrentamos y que es causa de multiples tristezas y penurias, es el hecho de que estamos totalmente acostumbrados a vivir en dos 'planos' inexistentes: el pasado y el futuro.
Sufrimos por cosas que nos hicieron ayer, hace un mes o hace años.
Sufrimos por cosas que no han pasado y que tal vez no pasen nunca, en un futuro incierto.
Nuestra mente se pone a divagar y a sufrir: quizá por ésa pareja que nos dejó, o ese insulto que recibimo
Sufrimos por cosas que nos hicieron ayer, hace un mes o hace años.
Sufrimos por cosas que no han pasado y que tal vez no pasen nunca, en un futuro incierto.
Nuestra mente se pone a divagar y a sufrir: quizá por ésa pareja que nos dejó, o ese insulto que recibimo
s. Tal vez por ése trabajo que queremos y que puede que consigamos o no. O por crear, en un tiempo aun por llegar, un negocio.
Adelante y atrás... atrás y adelante. Ahí es donde nos enfocamos, ahí es donde no regocijamos.
Si prestamos atención, casi el 90% de los pensamientos que tenemos al día son los mismos que los del día anterior. Pocas cosas nuevas tenemos en mente, porque siempre estamos dándole vueltas y más vueltas a lo de siempre. Y ésto suele ser o la carga psicológica-emocional que arrastramos de situaciones pasadas, o los sueños, esperanzas y deseos de que 'algo' ocurra en el futuro.
El caso es que si ésto nos hiciera sentirnos bien, pues no sería un problema. Pero no es así: lo usamos para sentirnos mal. No recordamos cosas del pasado con una sonrisa en la cara. Nos centramos en lo malo, en lo que nos dolió y nos hizo sentir mal, abriendo y hurgando en la herida una y otra vez. Por otro lado, en lo que se refiere al futuro, tenemos la misma mala costumbre: en vez de imaginar y visualizar lo que queremos y deseamos con ilusión en nuestro corazón, con alegría, nos dedicamos a enfocarlo desde nuestro apego y el sufrimiento, desde el pensamiento 'no seré feliz hasta que no tenga ésto o lo otro'.
Es cierto que hay cosas en nuestro pasado que nos pudieron hacer daño y éso fue real; y también lo es que si, por ejemplo, vivimos en la actualidad una situación económica delicada y pensamos en una opción de futuro donde con un cambio de trabajo o un negocio propio sería más sencilla nuestra situación. Pero esto no tiene por qué ser excusa para olvidarnos de lo único real: el presente.
El pasado ya no es, atrás quedó. Y el futuro, simplemente, no existe.
Lo único real es el momento presente. Aquí y Ahora.
Tenemos que empezar a cambiar el 'chip' interior (el de nuestra mente) y dejar de sufrir por cosas que nos sucedieron.
Tenemos que cambiar la mala costumbre de imaginar un futuro donde todo es bonito y color de rosa, comparándolo con la vida llena de problemas que tenemos hoy en día. Es una comparación negativa, destructiva y masoquista.
Debemos aceptar que lo que nos pasó, atrás quedó. Y nada es casual, todo tiene una razón aunque no sepamos verla. Sea como fuere, ocurrió y nada se puede hacer. Al igual que debemos aceptar que puede que consigamos en el futuro lo que queremos... o puede que no lo hagamos.
El hecho es que ni el recuerdo del pasado ni el no conseguir ciertas cosas en el futuro deben ser excusa para no ser felices. Porque la felicidad se encuentra Aquí y Ahora; y no en momentos inexistentes, que sólo están en nuestra cabeza.
Nuestra forma de pensar es la que causa todos nuestros sufrimientos. Y sino haz la prueba o recuerda una situación en la cual estabas centrado al 100% en algo que hacías (un trabajo, leer un libro...) y no pensabas en otra cosa. Ahí no había sufrimientos, no había maquinaciones mentales. De pronto te viene el recuerdo de 'algo' y cambia el estado de ánimo, nuestra reacción emocional ante ello. Por lo tanto, el sufrimiento está en nuestra cabeza, nuestros pensamientos.
¿Qué podemos hacer ante esto? Lo primero de todo deberíamos ser plenamente conscientes de que el estar dándole vueltas a las cosas sólo nos traerá más malestar; por no hablar del hecho de que no se soluciona NADA por mucho que pensemos en algo. Debemos aceptar lo que nos ocurrió en el pasado y seguir adelante. También debemos aceptar que el futuro es incierto y que por mucho que pensemos en él, poco o nada conseguiremos.
Hemos de centrarnos en nuestro presente y jugar las cartas que tenemos. Quizá éstas no sean las mejores; puede ser que tengamos situaciones personales que en algunos casos sean verdaderos dramas y que nos hagan desear 'futuros' mejores, o que nos recuerden situaciones del pasado dolorosas. Pero ésto no debe ser pretexto para no hacer lo que nos toca ahora y dejar las otras líneas temporales (pasado y futuro) relegadas a un segundo plano.
Hay quien dirá que no es fácil no pensar en ello, que la mente 'se va sola'... Bien, esto es porque estamos mal acostumbrados y programados para que los pensamientos lleguen en piloto automático. Pero esto se puede cambiar estando en una situación de alerta, y cuando veamos que llegan pensamientos que no tengan relación con el 'ahora', desecharlos y centrarnos en el presente. Al principio puede ser una tarea titánica, pero con constancia todo se hace más sencillo según pasa el tiempo y se vuelve algo automático.
Dejemos de sufrir por cosas ocurridas o por cosas por ocurrir. Todo es fantasía, imaginación, mente...
Centrémenos en el presente y disfrutemos de la vida.
Siempre hay razones para disfrutar, ser felices y estar agradecidos. Sólo hemos de centrarnos en los pensamientos correctos y en el momento temporal idóneo: AHORA.
Adelante y atrás... atrás y adelante. Ahí es donde nos enfocamos, ahí es donde no regocijamos.
Si prestamos atención, casi el 90% de los pensamientos que tenemos al día son los mismos que los del día anterior. Pocas cosas nuevas tenemos en mente, porque siempre estamos dándole vueltas y más vueltas a lo de siempre. Y ésto suele ser o la carga psicológica-emocional que arrastramos de situaciones pasadas, o los sueños, esperanzas y deseos de que 'algo' ocurra en el futuro.
El caso es que si ésto nos hiciera sentirnos bien, pues no sería un problema. Pero no es así: lo usamos para sentirnos mal. No recordamos cosas del pasado con una sonrisa en la cara. Nos centramos en lo malo, en lo que nos dolió y nos hizo sentir mal, abriendo y hurgando en la herida una y otra vez. Por otro lado, en lo que se refiere al futuro, tenemos la misma mala costumbre: en vez de imaginar y visualizar lo que queremos y deseamos con ilusión en nuestro corazón, con alegría, nos dedicamos a enfocarlo desde nuestro apego y el sufrimiento, desde el pensamiento 'no seré feliz hasta que no tenga ésto o lo otro'.
Es cierto que hay cosas en nuestro pasado que nos pudieron hacer daño y éso fue real; y también lo es que si, por ejemplo, vivimos en la actualidad una situación económica delicada y pensamos en una opción de futuro donde con un cambio de trabajo o un negocio propio sería más sencilla nuestra situación. Pero esto no tiene por qué ser excusa para olvidarnos de lo único real: el presente.
El pasado ya no es, atrás quedó. Y el futuro, simplemente, no existe.
Lo único real es el momento presente. Aquí y Ahora.
Tenemos que empezar a cambiar el 'chip' interior (el de nuestra mente) y dejar de sufrir por cosas que nos sucedieron.
Tenemos que cambiar la mala costumbre de imaginar un futuro donde todo es bonito y color de rosa, comparándolo con la vida llena de problemas que tenemos hoy en día. Es una comparación negativa, destructiva y masoquista.
Debemos aceptar que lo que nos pasó, atrás quedó. Y nada es casual, todo tiene una razón aunque no sepamos verla. Sea como fuere, ocurrió y nada se puede hacer. Al igual que debemos aceptar que puede que consigamos en el futuro lo que queremos... o puede que no lo hagamos.
El hecho es que ni el recuerdo del pasado ni el no conseguir ciertas cosas en el futuro deben ser excusa para no ser felices. Porque la felicidad se encuentra Aquí y Ahora; y no en momentos inexistentes, que sólo están en nuestra cabeza.
Nuestra forma de pensar es la que causa todos nuestros sufrimientos. Y sino haz la prueba o recuerda una situación en la cual estabas centrado al 100% en algo que hacías (un trabajo, leer un libro...) y no pensabas en otra cosa. Ahí no había sufrimientos, no había maquinaciones mentales. De pronto te viene el recuerdo de 'algo' y cambia el estado de ánimo, nuestra reacción emocional ante ello. Por lo tanto, el sufrimiento está en nuestra cabeza, nuestros pensamientos.
¿Qué podemos hacer ante esto? Lo primero de todo deberíamos ser plenamente conscientes de que el estar dándole vueltas a las cosas sólo nos traerá más malestar; por no hablar del hecho de que no se soluciona NADA por mucho que pensemos en algo. Debemos aceptar lo que nos ocurrió en el pasado y seguir adelante. También debemos aceptar que el futuro es incierto y que por mucho que pensemos en él, poco o nada conseguiremos.
Hemos de centrarnos en nuestro presente y jugar las cartas que tenemos. Quizá éstas no sean las mejores; puede ser que tengamos situaciones personales que en algunos casos sean verdaderos dramas y que nos hagan desear 'futuros' mejores, o que nos recuerden situaciones del pasado dolorosas. Pero ésto no debe ser pretexto para no hacer lo que nos toca ahora y dejar las otras líneas temporales (pasado y futuro) relegadas a un segundo plano.
Hay quien dirá que no es fácil no pensar en ello, que la mente 'se va sola'... Bien, esto es porque estamos mal acostumbrados y programados para que los pensamientos lleguen en piloto automático. Pero esto se puede cambiar estando en una situación de alerta, y cuando veamos que llegan pensamientos que no tengan relación con el 'ahora', desecharlos y centrarnos en el presente. Al principio puede ser una tarea titánica, pero con constancia todo se hace más sencillo según pasa el tiempo y se vuelve algo automático.
Dejemos de sufrir por cosas ocurridas o por cosas por ocurrir. Todo es fantasía, imaginación, mente...
Centrémenos en el presente y disfrutemos de la vida.
Siempre hay razones para disfrutar, ser felices y estar agradecidos. Sólo hemos de centrarnos en los pensamientos correctos y en el momento temporal idóneo: AHORA.
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