El valor de la gratitud se ejerce cuando una persona experimenta aprecio y reconocimiento por otra que le prestó ayuda. No consiste, necesariamente, en devolver ese favor con otro igual, sino en mostrar afecto y guardar en la memoria ese acto de generosidad. Más que centrarse en la utilidad práctica del servicio recibido, pondera la actitud amable de quien lo hizo.
Ser agradecido es apreciar a cada momento lo que los demás hacen por nosotros y generar con ellos un compromiso de confianza: como estamos conscientes de su ayuda, podremos responder de igual forma cuando ellos requieran la nuestra.
Cuando la confianza crece, se convierte en amistad: dos seres humanos comparten emociones, problemas, soluciones y la ayuda fluye siempre en las dos direcciones.
Por esta razón es que ese es el sentimiento más importante que debemos ejercitar, junto con la Fe. Y su énfasis no es desmedido, dado que es el sentimiento o más bien la actitud más difícil de poseer.
INTENTA SER AGRADECIDO
Sólo cuando seamos capaces de dar las gracias a Dios, comenzaremos a comprender que todos los dones, buenos o malos, proceden de Él y que no hay nada que temer.
Cuando la confianza crece, se convierte en amistad: dos seres humanos comparten emociones, problemas, soluciones y la ayuda fluye siempre en las dos direcciones.
Por esta razón es que ese es el sentimiento más importante que debemos ejercitar, junto con la Fe. Y su énfasis no es desmedido, dado que es el sentimiento o más bien la actitud más difícil de poseer.
INTENTA SER AGRADECIDO
Sólo cuando seamos capaces de dar las gracias a Dios, comenzaremos a comprender que todos los dones, buenos o malos, proceden de Él y que no hay nada que temer.
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