Había una vez un niño que se llamaba Sueño, con el tiempo creció y al hacerlo, dejó de llamarse Sueño y se convirtió en Meta. Continuó creciendo y caminando en la vida, pero era un niño rebelde, no tomaba las cosas en serio, jugaba y saltaba de nube en nube, hasta que la vida lo llevó a otros mundos y lugares. A través de sus experiencias y vivencias, que muchas veces fueron de alegría y felicidad, otras de dolor y tristeza, comenzó a conocer: La responsabilidad, el trabajo, la sensatez, el orden, la satisfacción, el sentido común, la paciencia, la humildad, la humanidad, el amor y mucho más. Y un día no muy lejano, después de haber recorrido un camino muy largo y nada fácil, Meta dejó de ser Meta, cambió su nombre Sueño y se convirtió en una Hermosa, Floreciente y Bella Realidad”...
(Anónimo)
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