viernes, 22 de noviembre de 2013

CAUSAS Y LIBERACIÓN DE LA DEPRESIÓN



La única forma de volvernos Maestros de nuestra vida, es conocer lo que nos pasa y la forma de superarlo. Por eso seguimos con esta temática que nos muestra las causas que son metafísicas y los efectos que son físicos.

La depresión, el abatimiento, el desaliento puede ir desde una depresión de pocos días y horas hasta la depresión crónica. Si es de corta duración debe ser tomada como algo que en algún momento, quien más, quién menos, la ha experimentado. Por eso debemos saber manejar nuestros “bajones”, no existiendo una receta mágica para esto. A unos les funciona un método, a otros, otro. Lo importante es evitar que la depresión se haga crónica.
Algunos síntomas de que se está pasando por ese estado son: pérdida de la alegría de vivir, inseguridad, insatisfacción, sentimiento de frustración, indecisión, falta de ánimo, falta de confianza en uno mismo, temores, tristeza, desvalorización, etcétera.

Estos estados anímicos son reacciones psicológicas ante distintas situaciones de la vida. Es la reacción nuestra ante situaciones externas. Estas reacciones pueden darse por distintas causas, como ser, tropiezos en los negocios, pérdida de un empleo, decepciones amorosas, partida de algún ser querido, escasez de dinero, deudas, conflictos familiares o laborales, miedo al futuro y otras. Todas éstas, como vemos, son situaciones externas. Pero lo importante es ver de qué modo nos afectan y qué podemos hacer si reaccionamos mal ante ellas. Las situaciones ocurren afuera pero las reacciones se producen en nuestro campo energético.
La causa de la depresión siempre es mental porque reaccionamos según lo archivado en el subconsciente, según las cicatrices que cada uno tiene.

Si la depresión es una reacción psicológica negativa, para curar habrá que crear una respuesta psicológica positiva, ante los distintos acontecimientos diarios. ¿Qué podemos hacer ante estas situaciones? Lo primero es conocernos, darnos cuenta ante qué cosas reaccionamos mal, ese es el indicador, el que nos dice a qué somos susceptibles. Esas reacciones son reflejos, por lo tanto habrá que eliminar lo que nos pone mal. Si perdemos un empleo, por ejemplo, tendremos miedo a sufrir privaciones y esto demuestra que nuestra seguridad estaba puesta en ese empleo y al quedarnos sin él, sentimos que todo está perdido. Lo que habrá que cambiar en lo mental es justamente esa idea, reflexionando, meditando en que tenemos otras capacidades, algunas desarrolladas, otras latentes, que nos permitirán conseguir nuestros ingresos de otra forma, con otro trabajo.

¡Cuántas veces la pérdida de un empleo hizo que la persona movilizara su fuerza interna, agudizara su ingenio y creatividad abriéndose a nuevos horizontes! Entonces, lo que aparecía como un mal sin remedio, lo que sumía en la inseguridad, resultó ser un gran bien porque le permitió conseguir algo mucho mejor y más acorde a su realización personal. Esto es saber aprovechar con inteligencia nuestros tropiezos.

María Inés Bertini


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