domingo, 27 de abril de 2014
Las Flores de Bach Los miedos y Mimulus
Los miedos y Mimulus
Que cada uno recuerde que su alma ha dispuesto para él un trabajo particular, y que a menos que realice ese trabajo, aunque no sea conscientemente, dará lugar inevitablemente a un conflicto entre su alma y su personalidad, conflicto que necesariamente provocará desórdenes físicos.
Dr. Edward Bach
Los estímulos provenientes del exterior de nuestro cuerpo, producen reacciones internas capaces de modificar el funcionamiento de cualquiera de nuestros sistemas internos. Por ejemplo, ante el miedo, la persona puede manifestar escalofríos, temblor, palidez, desmayos, dolores en el pecho, en el estómago, sudor frío, palpitaciones, disminución de la presión arterial, entre otras cosas.
Si bien es cierto que no siempre son los mismos factores los que los producen, sería importante tomar consciencia del poder de nuestra mente sobre nuestro cuerpo. Percibimos las señales a través de los sentidos, enviamos un mensaje al cerebro que la mente decodifica e interpreta, el cuerpo lo recibe, y reacciona en forma automática. Podemos decir una vez más que ¨somos lo que pensamos¨.
En sus largos períodos de observación del comportamiento humano, Bach descubrió que sus pacientes y las personas que frecuentaba, ante un mismo estímulo, actuaban de acuerdo a su forma de ser o a las vivencias anteriores que los habían marcado interiormente. Las irregularidades que se desencadenaban en el cuerpo físico, no eran siempre las mismas, aunque las situaciones vividas por dos o más personas sí lo fueran. Llegó por lo tanto a la conclusión de que una misma enfermedad no podía ser tratada en todos los pacientes por igual, dependiendo siempre del estado de ánimo del paciente. Reunió de este modo a las personas por grandes grupos que caracterizaban su forma de ser o su estado de ánimo, sin tener en cuenta las enfermedades o problemas físicos que desencadenaban.
El primero de dichos grupos, es el de florales ¨Para quienes sienten temor¨. Varios son los tipos de miedos que puede experimentar una persona, según la clasificación del Dr. Bach:
- Miedos concretos (por causas conocidas).
- Miedos indefinidos (por cosas desconocidas o inexplicables).
- Miedo al descontrol.
- Terror pánico.
- Miedo por quienes nos rodean (preocupación excesiva por los demás).
Es al primer tipo que pertenece Mímulus, una de las tres primeras flores descubiertas por el Dr. Bach, para su sistema.
Descubrimiento de Mimulus
En 1928, Bach preparó una esencia floral con Mímulus, una delicada hierba de flor amarilla, que crece junto a las orillas de arroyos de montaña, durante los meses de verano. (Es sabido que el color amarillo concentra el poder de los rayos del sol, es el color del despertar intelectual, de la alegría; por esa razón, las flores de los miedos son amarillas). Mímulus ejerce una acción sobre el estado de ánimo del miedo por causas conocidas, como podrían ser la enfermedad, la soledad, la muerte, los animales, la vejez. Como ya hemos visto antes, el miedo desencadena habitualmente alteraciones corporales, que si bien pueden ser momentáneas, generalmente quedan registradas y grabadas en nuestra memoria. Posteriormente, cualquier vivencia similar, puede actuar como detonante para reflotar las sensaciones grabadas en las células del cuerpo y reproducir los mismos síntomas.
Mímulus actúa sobre un estado de temor, antes de que éste se manifieste en lo físico, proporcionando confianza y seguridad. Resultado: en poco tiempo, las sensaciones físicas se desgravan de nuestro interior y son reemplazadas por otras, positivas, que modificarán los pensamientos y por ende las reacciones habituales de las personas, que ahora se tornan previsibles, enseñándole a conocerse un poco más cada vez. Al desaparecer las sensaciones de miedo, se puede acceder con facilidad a planos más profundos de la consciencia, descifrando las verdaderas causas que lo provocaban y liberándolas.
El Dr. E. Bach utilizó esta floral con éxito en todo tipo de pacientes y de todas las edades, comprobando que los estados negativos de temor, desconfianza o timidez, se transformaban en coraje y confianza, luego de algunas tomas. Esto daba lugar a una completa transformación de la persona desde su alma, más que desde su cuerpo.
Este es justamente el objetivo que se proponen las florales: cuidar el alma de la persona y su unidad con el Universo. Darle a cada ser, la oportunidad de armonizar su pensamiento con su acción y con las necesidades de su Yo interno, que van mucho más allá de las necesidades materiales. Permitirle recobrar la confianza en sí mismos y abrirse a un mundo más espiritual, en armonía y plenitud.
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