jueves, 30 de agosto de 2012


La mayoría somos tan indiferentes al universo que nos rodea; ni siquiera vemos el movimiento de una hoja con el viento; nunca observamos una brizna de césped, la tocamos con la mano y captamos la cualidad de su ser. No se trata de ser poético, de modo que, por favor, no entren en un estado emocional especulativo. Estoy diciendo que es esencial tener ese profundo sentimiento para con la vida y no quedar atrapado en las ramificaciones intelectuales, discusiones, en pasar exámenes, en citar y en descartar algo nuevo diciendo que ya se ha dicho. El intelecto no es el camino. El intelecto no solucionará nuestros problemas; el intelecto no nos dará ese alimento que es imperecedero. El intelecto puede razonar, discutir, analizar, llegar a una conclusión después de deducir, etc., pero el intelecto es limitado, es el resultado del condicionamiento. Sin embargo, la sensibilidad no es así. La sensibilidad carece de condicionamiento, le saca a uno directamente del campo de los miedos y las ansiedades. La mente que no es sensible a todo, a la montaña, al poste de teléfono, a la lámpara, a la voz, a la sonrisa, a todo, es incapaz de encontrar la verdad.

Jiddu Krishnamurti

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