La belleza está en los ojos de aquel que la ve.
Quien encuentra este tesoro interior y lo abre con determinación, comienza a tener otra experiencia de vida.
Cuando trabajamos nuestras propias virtudes innatas, su luz hace que nuestras vidas sean más bonitas.
La belleza de las cosas físicas está siempre sujeta a deteriorarse. La belleza del ser en forma de virtudes puede permanecer siempre estable.
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